27 Septiembre
2018
Escrito por Ediciones del Boulevard
IMAGENCuentos de Oscar Bracamonte
144 p. / 21×14 cm.
ISBN 978-987-556-601-9

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EL LIBRO
El filo cortante de las piedras, título de este primer libro de cuentos de Oscar Bracamonte, da el tono justo para abordar un conjunto de historias que se encarnan en personajes enfrentados a conflictos: desde el robo de una pieza de colección hasta una abuela que teme ser enterrada viva, o los extravíos sexuales del Manquito Vergara.
La mirada inquisidora del autor se desprende paso a paso de toda veladura para dejar a la vista lo real, «las reglas del juego». ¿Y qué es lo real? Una bandeja que estalla contra el piso, el teodolito que muestra un mundo dado vuelta, la silla de ruedas que corre a toda velocidad hacia el vacío…
Con enfoques llenos de matices y suavemente melancólicos, la escritura fluye y envuelve, incita a seguir leyendo. Porque, entre líneas, descubrimos con placer un humor tan corrosivo como sorprendente y una acentuada sensualidad, que espesan los climas y los enriquecen.
Llegamos al final preguntándonos por el destino de estos protagonistas con los que compartimos ritos iniciáticos, viajes, búsquedas. Vinieron de mundos imaginarios y nos dejan interrogantes verdaderos sobre el tiempo, la vida, la muerte, el amor. Nos invitan a entrever la luz en el fondo de la oscuridad.
Lilia Lardone

EL AUTOR
Nací en esta ciudad, a las 7:40 del lunes 19/09/1949, signado por el número nueve y la constelación de Virgo. Me divierte pensar que Borges descubrió el infinito Aleph en el peldaño diecinueve del descenso al sótano en la casa de Beatriz Viterbo; y que publicó su libro el año en que yo nací. El Ermitaño, que alumbra sus pasos para avanzar a tientas por el tiempo, es mi carta del Tarot.
No lo recuerdo, pero debo haber estado ansioso por nacer y sentir el aire de los ciruelos y durazneros en flor de esta Córdoba apasionada. Para mis cumpleaños, mamá ponía flores de azahar en las tortas sobre las que llameaban mis deseos.
La poesía ocupa un amplio espacio de mis días. La he intentando en un par de libros que edité para regalar a los amigos. Con Diecinueve, el primero, jugué con el peldaño aquel en el que Borges vio «el inconcebible universo». Con el segundo: Ábrete Sésamo, me rendí al encanto que significan Rosa y nuestros hijos, Lionel y Rosalía.
Entrañables maestros me enseñaron el camino para descubrir el esfuerzo de orfebre necesario para narrar, en el que aún permanezco. Quizá consiga, alguna vez, acomodar las palabras en su sitio.

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